martes, 1 de octubre de 2013

XXVII PANES -POTES




    Comienza una nueva temporada y para abrir boca una de las clásicas en el calendario atlético, la PP que cumple ya su vigésima septima edición; allí nos juntamos cerca de setecientos participantes, lo que da idea del ambiente que había en Panes.
      Yo, que había ido a pasar el fin de semana con Dolores, Luis y Flor, pusimos el campamento en La Bariega, un complejo hotelero en el Palacio de Cimiano, a un km de Panes, para así no tener que madrugar mucho el día de la prueba y hacer un poco de turismo.
       El sábado por la tarde subimos hasta Potes para recoger los dorsales, el mío y los del Grasias, y ver un poco el recorrido, que la verdad asustaba un poco la continua subida y con dos o tres rampas muy duras.
       Llegó el domingo, amaneció un día sin lluvia ni viento, nublado, perfecto para correr mucho; bajé trotando hasta la salida a la espera de los compañeros que venían de viaje, reparto de dorsales, un poco de calentamiento y a la salida. A las 9,30 h se da el pistoletazo y primer trote por la carretera general de Panes pues más no se podía hacer dado el gran atasco que se forma, hasta que bien pasados tres o cuatro kms ya se empieza a estirar el pelotón y se van formando grupetos. Yo salgo bastante reservón pues se que los primeros kms son muy favorables y propicios para lanzarse pero a partir del cinco es continua subida y prefiero reservarme, que tiempo habrá para correr. Me encuentro en carrera con un viejo conocido de maratones, es el Perugero, de Valladolid, con el que hice gran parte de la carrera, pasamos el km 5 con unos discretos 25´08´´ , pero a partir de aquí ya vamos cogiendo ritmo y marcamos el segundo cinco mil en 24´33´´ y con muy buenas sensaciones. En el avituallamiento con agua y bebida isotónica, nos vamos en busca de la próxima referencia el quince, que ticamos en 23´38´´ a un gran ritmo teniendo en cuenta la subida que estábamos haciendo, vamos ya adelantando a mucha gente, y aún queda lo peor, todo el desfiladero de La Hermida, que si ya de por sí es estrecho, con los coches que nos acompañaban (la mayor parte de parientes y amigos de los corredores) aquello se hacía un poco agobiante. El km 20 fue el peor, 25´15´´, pero no porque bajáramos el ritmo, si no porque había una subida larguísima y muy dura que hacía imposible hacer más. Menos mal que por allí andaban mis acompañantes haciéndonos fotos y animando lo cual da nuevas fuerzas y para arriba adelantando a corredores algunos de los cuales iban andando. Una vez salido del desfiladero, se abre el valle y el sol aparece en todo lo alto, pasamos por el pueblo de Castro con otra subida durísima y el km 25 cae, con crono de 23´46´´, aquí ya vamos a todo gas, hay que darlo todo que sólo quedan tres kms y medio. Adelanto a Méndez que va con lo justo y también dejo atrás al Peru, que tampoco puede seguir el ritmo; los dos kms siguientes por el pueblo de Tama son terroríficos, carretera ancha, sol y una subida que nunca se acaba, hasta que entro en Potes, una pequeña subidina y una bajada que sabe a gloria, hago el último esfuerzo porque quería bajar de 2,20 y efectivamente paro el crono en 2h.18´31, a un ritmo de 4´52´´/km. Contentísimo pues no esperaba yo a estas alturas andar tan bien, en meta veo a Dolores, Flor y Luis animando y haciendo fotos y me voy a tomar algo que estaba seco.
     Una buena ducha y unas cervezas me dejaron como nuevo, y luego nos fuimos todo el grupo a Casa Cayo, donde dimos buena cuenta del cocido liebaniego.
   En resumen un muy fin de semana por el Oriente asturiano y una carrera de las duras pero muy recomendable por el gran ambiente que por allí se respira.

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